lunes, 27 de febrero de 2017

Mejor canción: Oscars 2017

Desde siempre he sentido especial curiosidad por saber qué canciones estaban nominadas a "Mejor Canción" en los Oscar, y bajo mi punto de vista, hacía mucho que no había tanto nivel.


Nada menos que dos canciones pertenecientes a la banda sonora de La La Land estaban nominadas en esta categoría: City of Stars, y Audition (The Fools Who Dream). Y supongo que no es algo exagerado, pues los temas están exquisitamente compuestos y consiguen acompañar perfectamente a la película (por algo se ha llevado el premio a "Mejor Banda Sonora"). También estaba nominada una preciosa canción de mi querido Sting titulada The Empty Chair, escrita para el documental sobre Jim Fowley, y una canción de Vaiana, la última peli de Disney, la cual (no os mentiré), no he visto. Y me llamó la atención que estuviera nominada Can't Stop the Feeling, de Justin Timberlake... ¿Un momento? ¿En qué peli sale esa canción? Llevo todo el verano escuchándola en la radio y me entero ahora de que fue escrita especialmente para la película de Trolls (la cual, tampoco he visto).

Finalmente, el premio se lo llevó City of Stars (algo que estaba "cantado"), pero reconozco guardaba cierta esperanza a que se lo dieran a Justin... Me parece que escribir un tema que te transmita tan buen rollo pasados solo dos segundos es algo muy difícil, y eso lo consigue Can't Stop The Feeling: una canción elaborada, con bonitos giros y cambios que hacen que se vuelva más colorida, y en la que se nota la influencia del funky, soul, y disco (géneros que están siempre presentes en la música de Timberlake). Para hacer una cosa así hace falta talento. 

Pero bueno, aún así los tipos que organizan este sarao le dieron la oportunidad a Justin de hacer una apertura de gala memorable y que puso a todo el mundo en pie; es el poder de esta canción.

Can't Stop The Feeling (Justin Timberlake, Oscars 2017)

Supongo que no queda muy de Oscars darle el premio a un tema bailongo de una peli de dibujos; queda más elegante otorgárselo a un tema de influencia jazz, que comienza con esa misteriosa cadencia de piano que te envuelve inmediatamente en su atmósfera. Es mucho más hollywodiense. Y la canción tampoco merece menos. John Legend fue el encargado de interpretar City of Stars y Audition en directo en la gala, con una impecable puesta en escena:

City of Stars/Audition (John Legend, Oscars 2017)

Y como Internet es un lugar caprichoso y hostil, y no encuentro en buena calidad la actuación de Sting en la gala, creo que nos puede valer esta asombrosa interpretación que hizo de The Empty Chair en la trágicamente famosa sala Bataclan de París, en noviembre de 2016:

The Empty Chair (Sting)

Muchas veces no acaba siendo lo más importante quién gana o quién no se lleva el premio, a quién nominan y a quién no, sino lo que nos queda tras todo ese huracán mediático y esas cortinas de humo: quedan las historias que nos cuentan, los momentos vividos en el cine y fuera de él... y las canciones, que seguro acabarán formando parte de la banda sonora de muchos de nosotros.

sábado, 25 de febrero de 2017

Tres discos que convirtieron a los Rolling Stones en leyenda

Allá por finales de los 60 y principios de los 70, vieron la luz tres discos que marcaron un nuevo rumbo en la historia de la música, y cuya influencia persiste hasta día de hoy con canciones que constituyen todo un referente.

De izquierda a derecha: Charlie Watts, Mick Taylor, Mick Jagger, Keith Richards y Bill Wyman
En 1969, los Rolling Stones se vieron en la difícil situación de reemplazar al todavía vivo Brian Jones como guitarrista, con el que habían tenido diferencias personales que habían provocado cierto distanciamiento, agravado por el hecho de que Jones, entre otras cosas, no se presentaba a los ensayos y en los conciertos estaba completamente drogado. Decidieron captar a un chavalín llamado Mick Taylor para trabajar en el nuevo disco, cuando poco después, en julio de ese mismo año, conocieron la noticia de que Brian Jones había muerto (entrando a formar parte por méritos propios del famoso Club de los 27).

Let it bleed (1969)
Bajo estas circunstancias, la banda trabajaba en Let it bleed, título que se tomó como agravio comparativo del archiconocido y menos dramático Let it be. Merece la pena revisar el contexto histórico del momento, ya que la sociedad estaba inmersa en un proceso de cambio e incertidumbre: la marcha por la lucha de los derechos civiles de los negros, referente de concienciación social, terminó con el asesinato en 1968 de Martin Luther King, lo que produjo una gran conmoción, a lo que se unió el desencanto derivado del fracaso de la lucha pacifista en contra de la cruel guerra de Vietnam. Este paradigma acidificaba cualquier visión positiva que se quisiera ofrecer en aquel momento, como así se reflejó en el disco. Let it bleed está literalmente repleto de canciones referente en la historia de la banda, siendo difícil no destacarlas todas. Gimme Shelter, todo un himno a la crueldad y la incertidumbre que se vivía en aquel momento, abre un desfile en el que se mezclan magistralmente blues, soul, country y rock and roll. Encontramos Country Honk (que más tarde pasaría a ser Honky Tonk Woman), el irreverente Let It Bleed al que sigue Midnight Rambler con su enigmático riff de guitarra y esa armónica persistente que va definiendo la historia, You Got The Silver, en la que Keith Richards se estrena como cantante solista y You Can't Always Get What You Want, majestuosa, que cuenta con su propio coro y una letra optimista que contrasta con la del resto del disco. Y esto por citar algunas canciones. En plena época de psicodelia ellos apostaron por sonidos sencillos, claros y directos.

Sticky Fingers (1971)
Un año más tarde comienzan a darle forma a su siguiente álbum, que llevará por título Sticky Fingers. Aquí ya se empieza a vislumbrar de manera más notoria el poderío de Taylor como guitarrista, robándole el solo al mismísimo Keith Richards en más de una ocasión. El disco abre con Brown Sugar, que acabaría siendo la canción más exitosa, sigue con la contundente Sway y la delicada Wild Horses. Después oímos el inconfundible riff de Can't Your Hear me Knocking?, que deriva en una jam session en la que Mick Taylor se luce ampliamente y acaban tonteando con ritmos latinos. Sister Morphine, perturbadora (letra compuesta por Marianne Faithfull, por aquel entonces novia de Jagger), y Dead Flowers, cuya letra constituye una especie de burla a la temática country (como ya hicieron en Honky Tonk Woman) son también destacables. Con Moonlight Mile termina un disco de mucha intensidad en una especie de oasis; esta canción fue elaborada a partir de tomas incompletas de Richards que el joven Taylor se encargó de cohesionar, aunque no figura como tal en los créditos de autor.

Más allá de la magistral mezcla de géneros, como ocurría en el anterior trabajo, Sticky Fingers se vuelve un trabajo más real, más crudo y más humano, en el que se habla de la vida en la carretera, del abuso de sustancias y de alcohol, y deja entrever la desvirtuación de valores cuando las circunstancias así lo favorecen, pero mostrando también sus devastadoras consecuencias. Las letras se vuelven incómodas de escuchar, porque son un reflejo de la deshumanización que se vivía por aquel entonces y que ellos mismos también experimentaban. Pensándolo bien, ese mensaje sigue estando de plena actualidad; quizá sea ese el secreto de su éxito.

Exile On Main Street (1972)
Pese a las enormes cifras de ventas de Sticky Fingers, los Stones estaban arruinados debido a una mala relación con su último manager, que se las arregló para quedarse con los derechos de todas las canciones compuestas por la banda antes de 1970. Tenían unas enormes deudas fiscales en Inglaterra y muchos problemas con la justicia británica debido a altercados relacionados con el consumo de drogas, de manera que todos los miembros del grupo se mudaron durante el verano a Nellcôte (Francia), donde Richards había alquilado una enorme mansión al lado del mar, pensando en lo halagüeño que sería componer y crear en un entorno tan maravilloso mientras se relajaban un poco las cosas. Pero nada más lejos de la realidad: no encontraron en el país un estudio de grabación como los de Inglaterra, donde llevaban muchos años de ventaja, por lo que su siguiente álbum se gestó en la logobriedad y el calor asfixiante del sótano de aquella mansión del sur de Francia, donde los músicos debían tocar en habitáculos separados debido a la mala acústica del lugar, mientras todo se grababa en un equipo portátil instalado en una furgoneta aparcada en el exterior de la casa, teniendo en cuenta que la electricidad caía cada dos por tres porque habían hecho un apaño en el surtido eléctrico de la calle para que la factura no fuera tan desorbitada. Y a eso habría que añadirle los problemas con la heroína que experimentó Richards durante esa época, en la que podía presentarse con siete u ocho horas de retraso a los ensayos. Los instrumentos se desafinaban cada dos minutos debido al calor, y para escuchar cualquier toma había que salir del sótano, subir las escaleras y llegar hasta la calle donde estaba aparcada la camioneta con el equipo de grabación. Y así se fraguó Exile On Main Street, cuyo título hace honor a todas estas adversidades.

Exiliados en sótano de Nellcôte: Keith Richards, Mick Jagger y en el suelo, el productor Jimmy Miller (1971).
El proceso de mezclado del disco, con ese mal sonido y los fantasmas acústicos que aparecían en muchas tomas, tampoco fue fácil. De hecho, en muchas canciones la voz se nota lejana y poco nítida, como en I Just Wanna See His Face, donde casi podemos sentirnos en ese sótano. Y con todo, es uno de los mejores discos de la historia de los Stones. En él figuran Tumbling Dice, Sweet Virginia, Loving Cup, All Down The Line o Shine A Light. Especialmente destacable Ventilator Blues, la única canción que tiene al joven Taylor como co-autor y que es una oda a la atmósfera que se respiraba en aquel sótano de Nellcôte. Fueron un total de nada menos que 18 temas los que volvían a mezclar magistralmente géneros, letras que reflejaban el estado anímico general pero con un propósito claro de supervivencia y un pulso vital muy potente en todos los temas. Uno difícilmente se imagina cómo se las apañaron para crear algo así en unas condiciones tan adversas; supongo que hay que ser muy bueno.

El resultado: en cuatro años publicaron tres discos que abrieron nuevos caminos en el mundo de la música, demostrando que también se puede ser revolucionario reinventando géneros, dándoles un nuevo significado. Tres discos brillantes que se gestaron en una época convulsa y desilusionante, en unas circunstancias personales golpeadas por los monstruos del momento, pero a través de los cuales los Stones se reafirmaron como unos auténticos supervivientes, siendo capaces de transmitir una energía aún palpable hoy en día. ¿No es eso convertirse en leyenda?

Let It Bleed (disco completo)


Sticky Fingers (disco completo)


Exile On Main Street (disco completo)

martes, 21 de febrero de 2017

57th & 9th, el nuevo disco de Sting

57th & 9th vio la luz el día 11 de Noviembre de 2016. Por aquel entonces aún no tenía blog, pero no quiero perder la oportunidad de analizar el nuevo disco de uno de mis artistas favoritos: Sting.

Este trabajo se anunció como un disco con canciones rock, una vuelta a los orígenes, más descarado y menos sofisticado, con sonidos alejados del jazz al que nos tenía acostumbrados desde que iniciara su carrera en solitario. Muchos interpretaron esto como una vuelta al sonido de The Police. Basta escuchar la primera canción, que fue el primer single, para ver que no es así. 


El comienzo del disco es muy energético: I Can't Stop Thinking About You te produce unas ganas irremediables de levantarte del asiento. Con 50000 y Down Down Down la cosa se va relajando un poco, hasta que entramos en un remanso de bonitas melodías con One Fine Day. La siguiente es Pretty Young Soldier, cuyo sonido me recuerda a su anterior trabajo The Last Ship. Petrol Head nos hace despertar y reaccionar; definitivamente la canción más rock de todo el disco. Sting nos vuelve a contar historias en Heading South On The Great North Road y en If You Can't Love Me. Ambas me recuerdan también a The Last Ship: la primera enmarcada en una atmósfera casi de trovador, con arpegios que tocan nuestra alma con gran precisión; la segunda con un dramatismo in crescendo tanto de la letra como de la música que es imposible que te deje indiferente. Llega Inshallah (si Dios quiere), en la que nos habla de aquellos que se juegan la vida en el mar con la esperanza de llegar a otra tierra en la que puedan tener una vida mejor. Dentro de su sencillez, encontramos sonidos étnicos y arreglos muy cuidados, oportunidad que Sting se otorga a sí mismo para que veamos que maneja todo tipo de géneros musicales. El disco cierra con The Empty Chair, un broche final sencillo y elegante, a guitarra y voz.

De manera que termina el disco y... ¿esto ha sido todo? Pensarían muchos. El gran fallo fue haberlo anunciado como algo radicalmente rock, cuando apenas son cuatro canciones las que más se acercan al género, aunque con muchos toques de pop. El resto de canciones tienen sonidos cercanos a sus últimos trabajos, poca instrumentación y mucha guitarra acústica y española.

Es un disco de plena actualidad, en el que toca temas como la muerte de artistas amigos, el calentamiento global y el deterioro del planeta, la inmigración, la crisis de valores en la sociedad... El único pecado que le puedo sacar es que en su esfuerzo por hacer algo rock y huir del sonido de Police, hay ciertas canciones que han quedado un poco vacías. Oigo a un Sting más auténtico en aquellas canciones que no han querido ser vestidas de esa manera. Aunque quizá sea la manera a la que nos hemos acostumbrado a escucharle... Entonces, ¿es este un nuevo Sting? 

En cualquier caso, es un disco al que técnicamente no se le puede reprochar nada: preciso, bien arreglado, buen sonido. Las letras y las melodías son bonitas, transmiten su mensaje, y con escuchas repetidas vas entrando en la atmósfera que el disco tiene, que de primeras se puede resistir un poco, precisamente por ese marcado contraste entre las canciones mas "rockeras" y aquellas con un sonido más reconocible, lo que puede distraer al que lo escucha por primera vez. 


jueves, 16 de febrero de 2017

¡Bienvenidos!

¿Otro blog sobre música? ¿En serio? 

Efectivamente... ¡No me he podido resistir a abrir un blog para hablaros de música!

Desde siempre me ha apasionado muchísimo. Mi primer recuerdo musical probablemente sea algo de Simply Red o de Fleetwood Mac, las cosas que sonaban por casa. Crecí escuchando M-80 Radio a todas horas, así que a la hora de decantarme por un tema discotequero siempre me llaman esos sonidos que recuerdan a los setenta y ochenta. Con mi padre en el coche siempre sonaba la Creedence Clearwater Revival; a él le tengo que agradecer que todo lo que suene a rock americano con tintes bluseros me chifle y me haga sentir como en casa. 

En mi pre-adolescencia me sabía todas las canciones de Shakira de pe a pa; recuerdo que una prima mía me grabó un CD con dos discos suyos: ¿Dónde están los ladrones? y Servicio de lavandería, y probablemente haya sido el disco más reproducido en mi casa durante esos años. Me apasionaba. Más adelante, a través de amigos del colegio descubrí a Green Day (quizá tambien ayudaran las radiofórmulas, radiando cada hora el mítico Boulevad of Broken Dreams). Era la época de American Idiot, y quien no conociera a esos tres tipos, sencillamente no vivía en este mundo. Recuerdo que ese fue el primer CD que me compré con dinero de mi bolsillo; tenía 13 años y me pasaba muchas tardes escuchando las canciones y leyendo el libreto con las letras, intentando descifrar las cosas que un tipo llamado Billie Joe había escrito allí. 

Ese mismo año, a nivel nacional estaba petándolo bastante un grupo llamado Pereza. Fueras donde fueras, ese verano estaba sonando a todas horas Princesas, y reconozco que les tardé en coger el punto a esos dos macarrillas que salían con traje en el videoclip... pero cuando les cogí el punto, fue para siempre. Me compré Animales y me dediqué durante una buena temporada a estudiarlo minuciosamente; me gustaban todas y cada una de las canciones, su rollo, su energía, sus letras... todo era nuevo para mi. En las entrevistas hablaban de mucha gente: de los Stones, los Who, T. Rex, The Black Crowes... y no me quedó otro remedio que investigar de qué iba todo eso. Y lo que encontré, digamos que me cambió la vida (musical) para siempre. A través de unos grupos fui llegando a otros y mi mundo se fue ampliando.

Siempre tradicional en cuanto al estilo de música y al contenido, fui absolutamente reticente cuando allá por el 2009 irrumpió la música dance en las radiofórmulas españolas. Recuerdo una chica especialmente culpable de todo ese fenómeno, llamada Lady Gaga. La odiaba. No entendía por qué tanto revuelo. Tardé por lo menos tres años en darme cuenta de que la música que esa chica hacía tenía más en común con mis gustos de lo que yo me pensaba, por no hablar de su enorme talento para componer e interpretar. 

Resumiendo, que diría Sabina y para hacer el cuento más corto, esos son los grupos y artistas que fueron definiendo el rumbo de mis gustos musicales, pero ese río tiene otros miles de afluentes que siguen entrando en mi vida y llegan para quedarse, y que se irán desvelando poco a poco.

No me queda sino daros la bienvenida y... ¡Que viva la música!

Comienza el viaje...